Memories fall from the trees
Memories like autumn leaves
Memory, help me see
Memory, set me free
Jueves 12 de agosto de 1982
Reanudaron la marcha hacia Biescas.
El chico se había agenciado un palo de caminante.
Con su hato en bandolera, solía encabezar la marcha.
La mujer le contemplaba con el corazón contento.
Le veía tan joven y confiado...
Otras veces era él quien iba detrás. Se fijaba en la figura menuda de la mujer, en su cabello rubio que ondeaba al viento.
Si el borde de la carretera lo permitía, caminaban lado a lado,
cambiando impresiones,
comentando,
riendo,
recordando.
El sol les había bronceado la cara y los brazos.
El prìmer tramo de carretera bordeaba el embalse de Lanuza. En sus aguas, mirando hacia atrás, vieron reflejada la peña Foratata.
Un poco más al sur, apareció otro embalse, a lo largo del cual caminaron kilómetros y kilómetros.
Embalse de Búbal
Hacía mucho calor. Acudían a su memoria imágenes de los veranos que solían pasar indolentemente en la playa. Llegaron a Biescas a la hora de almorzar. Ya en las afueras, en medio de un pinar, vieron una hermosa casa. En el jardín abierto, sin setos, jugaban tres niños pequeños.
—¿Dónde está vuestra mamá?
Los pequeños se metieron en la casa y regresaron con una señora alta y delgada, el pelo recogido en la nuca.
—¿Le ha sobrado pan de ayer, por favor?
—Esperad un momento, voy a ver qué tengo.
Y allá se fue la señora con los niños saltando a su alrededor, queriendo saber quiénes eran los recién llegados y qué querían.
Al cabo de un rato, vieron salir a los niños con una cestita. Entregaron a los caminantes dos paquetes envueltos con servilletas de papel de colores y un melocotón sonrosado para cada uno.
—¡Muchas gracias!
Mientras se alejaban, saludaron con la mano a la mamá que se había quedado mirando desde la puerta de la casa. Dentro de cada paquete había un bocadillo. El melocotón era tan bueno, tan dulce, que lo recordarían siempre.
Siguieron caminando toda la tarde, hasta Sabiñánigo, donde harían noche. Habían caminado 35 kilómetros. Llegaron a tiempo de asistir a misa. Ya habían ido por la mañana, en Sallent, pero aprovecharían la ocasión, por si al día siguiente no se les presentaba.
Les dieron permiso para pasar la noche en una casa en construcción cuyas obras estaban detenidas.
Viernes 13 de agosto de 1982
Salieron del pueblo muy temprano.
El sol aún no había salido.
Todo estaba en silencio.
El rocío cubría los prados.
El aire olía a yerba mojada.
Se habían dado cuenta de que en esta zona era menor la densidad de la población. Los pueblos distaban más entre sí. Durante el trayecto, no se veían masías en las que pedir un vaso de agua. Por eso, al salir de un pueblo, en las últimas casas, preguntaban si había alguna fuente a pie de carretera para poder saciar su sed.
El tramo que les tocaba caminar ese día era tan largo que posiblemente tendrían que hacer noche en el monte, en la cima del puerto de Monrepós. No les daría tiempo de llegar hasta la próxima población. Sería la primera vez que pasarían la noche a la intemperie, en el bosque. Durante el día no sentían miedo, porque la luz les tranquilizaba. Pero a medida que se iba haciendo de noche, las sombras se les antojaban llenas de misterio, les llenaban de temores, oían pequeños ruidos entre la maleza y les asustaba dormir tan desprotegidos.
La gente del pueblo les indicó que encontrarían una fuente en un recodo del camino.
—Vigilad bien, estad atentos, la fuente queda algo escondida.
Les indicaron incluso en qué kilómetro se hallaba. Para los que van a pie es muy importante saber dónde están las fuentes, si no quieren ir cargados con botellas de agua.
Era primera hora de la tarde cuando empezaron a ascender el puerto de Monrepós. Divisaron un camión aparcado en el entrante de una curva. Allí estaba la fuente, algo escondida en una depresión del terreno. Allí se había parado el camionero, para descansar de la ruta y llenar de agua una botella. Saludó a los recién llegados, que, una vez saciada su sed, se sentaron a descansar en unas piedras a la sombra de los árboles. El hombre ya se disponía a partir. Subió al camión y puso el motor en marcha. Hizo unas cuantas maniobras para encarar la carretera.
Antes de arrancar se volvió hacia los caminantes que le observaban.
—¿Os llevo?
Puerto de Monrepós
Esa noche no tuvieron que dormir en el monte.
El camionero se dirigía a Huesca.
La mujer y el chico se sentaron a su lado, en la cabina.
Llegaron hacia las seis de la tarde.
Habían recorrido 57 kilómetros, de los cuales unos 20 a pie.
AMNESIA
ReplyDeleteSaw the demonstration
On remembrance day
Lest we forget the lesson
Enshrined in funeral clay
History is never written
By those who've lost
The defeated must bear witness to
Our collective memory loss
With every generation comes
Another memory lapse
See the demonstrations of
Failing to learn from our past
We live in the dream time
Nothing seems to last
Can you really plan a future
When you no longer have a past
Memories
fall from the trees
Amnesia
Memories
like autumn leaves
If we are subject to
Empirical minds
I wonder what lies beyond
Our memory's confines
If memory is the true
Sum of who we are
May your children know the truth
And shine like the brightest star
Memory,
help me see
Amnesia
Memory,
set me free
All my love and all my kisses
Sweet Mnemosyne
Sweet Mnemosyne
All my love and all my kisses
Sweet Mnemosyne
Sweet Mnemosyne
Songwriter: Brendan Perry