Ese verano de 1983, la señora Teresa falleció en el hospital.
Mosén Lluís no sabía de ninguna otra persona pobre que necesitara atención en Tortosa. Así que los caminantes se dedicaron de lleno a hacer vida en el patio del convento de Santa Clara, ayudando a las monjas en todo lo que podían.
Pasados unos meses, en pleno invierno, el chico, que ya había cumplido los 19 años, empezó a darle vueltas a la idea de entrar en una orden monástica, formar parte de una comunidad cenobita. Hizo indagaciones al respecto, informándose aquí y allá de las posibilidades que tenía, cuando de repente le preguntaron:
—¿Has hecho ya el servicio militar?
Los caminantes se quedaron petrificados. ¡Lo habían olvidado completamente! Se habían rodeado de una burbuja etérea, dentro de la cual vivían apartados del mundo, y ahora la burbuja acababa de estallar y ellos se encontraban de nuevo en la vida real.
Ambos se quedaron desconcertados a la vista del nuevo rumbo que tomarían sus vidas. A veces resulta difícil comprender los planes que Dios tiene para cada uno de nosotros.
El chico tuvo que partir hacia Gerona, ciudad de la que habían salido hacía ya año y medio. El billete de tren se lo compraron las gentes de la parroquia y de Cáritas. La mujer fue a la estación a despedirle y allá se fue él, sin dinero. Ni siquiera sabían cuándo se volverían a ver.
Despedida
La mujer intentaba desechar las imágenes que acudían a su mente, no quería pensar en ellas. Imágenes típicas "de la mili" en las que el chico no parecía que pudiese encajar.
La mili
En Gerona, el chico se enteró de que le habían declarado prófugo porque estaba en paradero desconocido. Se presentó en el cuartel, aún sin saber exactamente si se podría declarar objetor de conciencia.
Caserna de Gerona
En el cuartel le hicieron pasar a revisión médica y, cuando le tallaron, vieron que no llegaba a la estatura reglamentaria para hacer el servicio militar. Le midieron a conciencia, numerosas veces, con todo esmero, pero nada, no daba la talla.
Finalmente, expidieron un certificado de exclusión total del servicio militar. El chico llamó en seguida a las monjas de Santa Clara de Tortosa para que notificasen a la mujer la alegre noticia de que volvía al convento. Sin embargo, antes quiso visitar a su padre, que vivía en Barcelona, y se quedó en su casa durante tres días.
Por fin sonó el CLAC del portalón de entrada al patio de las palmeras y la mujer vio entrar al chico radiante de felicidad por la suerte que había tenido.
Portalón de entrada al patio del convento de Santa Clara
La Mare de Déu
ReplyDeletequant era xiqueta,
anava a costura
a aprendre de lletra,
amb son coixinet
i la cistelleta.
En el cistellet
duu quatre pometes,
un boci de pa,
també avellanetes;
hi portava nous
i alguna panseta.
En feia fusets,
en teixia veta;
i amb un coixinet
en feia punteta.
Els àngels cantaven:
- ¡Garindó, garindeta!
Estant retirada
en una cambreta,
l'àngel n'hi va entrar
per la finestreta:
- Déu vos guard Maria,
de gracia sou plena.
La nit de Nadal
parireu vos, Verge.
En tindreu un noi
bonit com l'estrella.
Serà vostre fill,
serà fill de verge.
Per nom es dirà,
per nom s'anomena,
per nom Salvador
de cel y de terra.
Es dirà Jesús,
rei del cel i terra.